¡Qué le vamos a hacer: nos gusta la vida! Que, como dice el sabio -y de sabios vamos bien servidos en Senior Mozárbez-, son dos días. Y también nos gusta celebrar cualquier acontecimiento, por mínimo que sea. En este caso, qué mejor ocasión que dar la bienvenida a este nuevo medio de comunicación para todos: el blog de nuestra recientemente estrenada página web. Os damos la bienvenida, a todos los que os asoméis por esta nueva ventana a nuestra casa, con un reportaje de la fiesta que celebramos el pasado 30 de julio.
Más de veinte años ya, y cada día es como el primero. Esta casa -porque, al fin y al cabo, eso es lo que es- lleva abierta desde hace muchos veranos. Puede que no tan calurosos como este; puede que con personas diferentes al servicio de las personas que tenemos el honor de cuidar; puede que todo cambie, pero lo esencial sigue siendo lo mismo: la vocación de servicio, la voluntad de estar cada día dándolo todo por su bienestar, y las ganas de aprender y mejorar para dar un servicio a la altura de lo que se espera de nosotros.
Hoy abrimos una ventana nueva en este edificio que es Senior Mozárbez: estrenamos este medio de comunicación con el que vamos a tratar de ser, si cabe, más transparentes, más abiertos. Trataremos de permitir con ello que todos, tanto los que vienen por aquí con la frecuencia que sus deseos, sus circunstancias, o la mezcla de todo ello, les permiten, como aquellos que por motivos igualmente comprensibles no pueden hacerlo con la frecuencia que quisieran, y también aquellos que aún no nos conocen, pero quieren saber qué hacemos y cómo lo hacemos, todos puedan conocernos un poquito más, un poquito mejor.

Como muchos de los que pertenecéis a esta gran familia ya sabéis, el pasado día 30 de julio celebramos una de esas fiestas con las que tratamos de dar un toque distinto al día a día, salirnos un poquito de la rutina y, como solemos hacer, tratar de que sea algo lo más abierto posible a la participación, incluyendo a esa parte indispensable de todo esto, que son las familias de cada uno de los que viven aquí. Ya habíamos dado la bienvenida al verano unas semanas atrás, y en esta ocasión, dando una vuelta de tuerca a lo que sería una fiesta normal, se nos ocurrió ampliar el bingo que Ana hace todas las semanas en la residencia -con gran éxito, todo hay que decirlo también. ¡Felicidades, Ana!-, y hacerlo un poco diferente, abierto para todos, con sorpresas en forma de música y premios. Como no hemos pedido permiso para citarla, no podemos dar nombres, pero es de justicia reconocer que todo esto no hubiera sido posible, del modo en que lo hemos podido hacer -por medios técnicos y colaboración-, sin la maravillosa y siempre generosa ayuda -¡muchísimas gracias!- de algún miembro de ese increíble colectivo de familiares, del que por este y por tantísimos motivos, nos sentimos tan orgullosos.

Nos encanta ver el patio de la residencia tan lleno como estaba. Es verdad que por las tardes, cuando hace buen tiempo, suele estar concurrido, pero ni mucho menos tanto. ¡No cabía un alma! Dejamos el comedor sin sillas, que con la ayuda de todos se movieron en tiempo récord. En este sentido, por supuesto, también queremos agradecer el esfuerzo de todo el equipo de trabajo del centro, volcados en que todo saliera bien y en que a nadie le faltara de nada, dispuestos como siempre a ayudar, en esta ocasión en algo que se sale de su rutina habitual, y como hacen siempre: con la mejor de las sonrisas puesta.
Empezaron a sonar los números, la expectación era máxima. ¡Todos atentos a los cartones! Y aunque se hizo un poco de rogar, ¡salió el primer bingo! Y llegó la primera sorpresa, en forma de premio. Que nadie se preocupe; por supuesto, no somos partidarios de fomentar la parte nociva del juego. Nosotros, como nos empeñamos día a día en demostrar, somos más de compartir, y los premios que habíamos preparado iban encaminados justo a eso: desde lotes de productos que el afortunado podía compartir con su familia, a meriendas en las que el premio consiste en que el afortunado o afortunada la podía compartir, también con alguien de su familia… hasta llegar al «premio gordo»: una comida a compartir en el centro con dos miembros de la familia. Como veis, todo queda en familia, que es justo lo que siempre queremos ser.
Eso sí: había que currárselo. Y ahí es donde entraba a jugar su papel la parte musical de la tarde, porque para poder acceder al premio… ¡había que cantar! Sí, sí: cantar. Sin canción, no había premio. Algo ayudaba que, como estábamos en familia, era más fácil animarse y sacudir la vergüenza, aunque alguno, como es normal, se hiciera de rogar un poquito. Y como tampoco queríamos ser demasiado exigentes, dábamos toda clase de facilidades: la canción era la que el premiado eligiera, con total libertad.
Como es fácil de imaginar, los resultados artísticos fueron dispares, pero la diversión, por supuesto, estaba asegurada. Hubo de todo, incluyendo el privilegio de contar con alguna voz que a todos nos llevó la emoción a flor de piel. En definitiva, fue una tarde que se fue en un suspiro, entre la emoción de ver quiénes serían los afortunados, la diversión a la vuelta de cada momento, la maravilla de compartir con todos un refresco y algo de merienda, y la satisfacción de ver sonreír y pasar un buen rato a esta gran familia que es Senior Mozárbez.
Esperamos que fuera de vuestro agrado. A los que pudisteis venir, muchas gracias por vuestra participación y por compartir con nosotros una tarde divertida y emotiva por partes iguales. A los que no pudisteis, os dejamos este breve reportaje con la esperanza de que os haya gustado, y que os permita, al menos, disfrutar un poquito de ver a vuestros seres querido pasar un rato diferente, entretenido y agradable.
¡Gracias a todos! ¡Nos vemos en la próxima!

